29 oct 2016

Víspera de todos los santos: primera parte

Déjeme contarle una historia de muerte, lujuria y sangre-.
Todo comienza en 
Argentina, Ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Palermo, un 29 de octubre , a tan solo dos días de Halloween, y no pregunten por el año porque no lo recuerdo, lo que importa realmente es la fecha. Ya de noche y las estrellas brillaban como nunca en el cielo oscuro, eran las 23:45 de la noche, y un grupo de amigos sale a festejar, lamentablemente, su último festejo.
-Empecemos dejando algo claro, era un grupo de jóvenes idiotas-
Entre 20 y 25 años de edad, 6 eran en el grupo, 3 chicos y 3 chicas.
-Comencemos a contar, pero permítanme prenderme un cigarro-.
23:45 de la noche, estrellas por todo el cielo, y la estupidez salía disfrazada de un edificio en el barrio de Palermo.
-Evitemos calles y direcciones porque soy muy malo para esas cosas, ¿de acuerdo?-.
Caminando cuadras, riendo, charlando, fumando porro y bebiendo todo tipo de alcoholes.
Las chicas regaladas, los chicos idiotas y sin lanzarse a ellas, pero eso no les parecía importar, en opinión propia es por el pedo que tenían encima.
-Yo no beberé mucho, pero si fumo como chimenea, permítanme prenderme otro pucho-.
Cuadras, risas, tambaleos y vómitos, la gente miraba y reía a la par.
Pero de repente un chiflido de atrás los hace parar a los seis, al mismo tiempo dan la vuelta y ven a un hombre.
Alto, pálido como la luna, corpulento y raro.
Uno de los pibes le dice “¿Qué querés, viejo?”. Sin respuesta, se les queda mirando, pero había algo peculiar en él, era su sonrisa, pero no cualquier sonrisa, en esa boca se veía la locura, sus labios cortados y sus ojos negros como el carbón.
Los chicos siguieron camino a la estupidez, el hombre de la sonrisa se había ido para el otro lado, las chicas pelaron otro porro y más alcohol, sus bolsos estaban cargados de todo tipo de cosas, cigarros, latas de cerveza y otros alcoholes en botellitas chiquitas, forros y más cosas.
Llegan a una esquina, un boliche, su destino, la fiesta estaba adentro, lleno de gente disfraza como ellos, música a full, electro, cumbia y rock, una mezcla digna de un DJ de mierda.
El ambiente lleno de gente en pedo y drogada hasta el alma, el aire lleno de humo de porro.
Baile, roses, sexo rápido en el baño, besos salvajes, lesbianas y homosexuales, el boliche estaba lleno de todo, una fiesta digna de la juventud de hoy en día.
Los seis siempre juntos, cada chico con una chica, bailando y transando sin parar, al parecer los forros si se iban a usar después de todo, y uno de esos forros se iba a usar en el baño del lugar.
Al llegar al baño, de pedo notan que estaba vacío, al parecer la gente estaba más concentrada en drogarse que en coger.
El chico la tenia súper dura, la chica estaba toda mojada, estaban a punto caramelo los dos, el pibe se baja los pantalones y la chica se la empieza a chupar como nunca.
-Esto se convirtió en una historia de Charles Bukowski estarán pensando, a lo mejor estén excitados, la verdad no me importa, déjenme encender otro cigarro-
A punto de acabar, el chico nota algo raro en el compartimiento de unos de los inodoros y piensa que lo están espiando, pero al estar tan drogado y su mente en su poronga no le importo un carajo.
De repente, se abre la puerta que miraba el chico excitado, de un grito violento y desgarrador, el pibe que estaba disfrutando de lo suyo, acaba con el cuello abierto, de oreja a oreja: la sangre salía a borbotones de la tráquea, pintando toda la cara de la amiga que se la estaba chupando.
El corte fue limpio y veloz formando una sonrisa en su cuello, la chica lanza un grito de terror, pero un corte veloz la hace callar, la garganta quedó tan abierta que la cabeza casi se cae hacia atrás.
El piso, las paredes y el espejo del baño, lleno de sangre.
El chico queda sentado apoyado dónde está el lavamanos, la chica arrodillada con la verga de su amigo en la mano y su cabeza tocando su espalda, una imagen tan espeluznante que vomito cada vez que pienso en ella.
-¿Pero qué carajo pasó? pensarán, ¿será el hombre que estaba en la calle sonriendo?, la verdad que falta para el final, solo déjenme limpiar el vómito del suelo y encender otro cigarro. Lo único que les puedo decir es lo siguiente, que solo faltan cuatro-

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